En una gala seguida por millones y celebrada en el Impact Arena de Pak Kret, en Tailandia, Fátima Bosch se alzó como la nueva Miss Universo 2025, convirtiéndose en la cuarta mexicana en obtener el título del certamen de belleza más reconocido del mundo.
Bosch, de 25 años y nacida en Villahermosa, Tabasco, construyó una trayectoria que llamó la atención desde el inicio de la competencia. Diagnósticos de dislexia y Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad marcaron su infancia, pero también se convirtieron en el eje de un mensaje que hoy proyecta ante audiencias internacionales: transformar la vulnerabilidad en fortaleza.
Su formación en moda la llevó de Ciudad de México a Milán, donde profundizó estudios y exploró propuestas de diseño sostenible. También vivió un año en Estados Unidos, experiencia que amplió su dominio cultural y lingüístico. Paralelamente, dedicó tiempo a causas sociales, desde acompañamiento a niños con cáncer hasta iniciativas relacionadas con la salud mental y el apoyo a comunidades migrantes.

Un certamen marcado por su voz y su convicción
La final de Miss Universo estuvo definida por un momento clave: la pregunta del jurado sobre los desafíos de ser mujer en 2025 y cómo usaría el título para crear espacios seguros. Bosch respondió con seguridad:
“Quiero usar mi voz y mi plataforma para ayudar a las demás. Estamos aquí para impulsar cambios. Las mujeres que logramos levantarnos con valentía somos las que hacemos historia”.
Minutos después profundizó su mensaje con un llamado directo:
“Crean en el poder de su autenticidad. Sus sueños importan, su corazón importa. No permitan que nadie les haga dudar de su trabajo; su voz debe ser escuchada”.
Sus intervenciones, ampliamente comentadas en redes sociales, consolidaron la percepción del jurado. Bosch tenía no solo presencia escénica, sino un discurso coherente con su trayectoria personal.
Una cuarta corona para México
Fátima Bosch ahora se une al grupo de mexicanas que alcanzaron el máximo título de belleza. Lupita Jones (1991), Ximena Navarrete (2010) y Andrea Meza (2020). Tras recibir la corona, afirmó que desea ser recordada como “una Miss Universo que no tuvo miedo de ser ella misma” y como alguien capaz de redefinir lo que representa este rol en la actualidad.
Su victoria no solo marca historia para México, sino también para la narrativa contemporánea del certamen, una edición en la que la historia personal y el mensaje social pesaron tanto como la puesta en escena.






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