Bogotá vivió una noche de intensidad emocional, pop confesional y euforia colectiva con la primera presentación en solitario de Damiano David, quien llegó al Royal Center para demostrar que su nueva etapa musical ya no es un experimento, es una evolución inevitable.

El vocalista romano, conocido por liderar a Måneskin y sacudir escenarios de medio mundo desde San Remo hasta Eurovisión, aterrizó en la capital con su gira mundial Funny Little Fears, un recorrido de 34 fechas que viene moviendo multitudes en Sudamérica. Bogotá no fue la excepción, boletas agotadas y más de 4.000 personas listas para verlo reinventarse sobre el escenario.

Apenas sonaron los primeros acordes de Born with a Broken Heart, el público estalló. Damiano apareció con camisa brillante sin mangas —la cual sobrevivió apenas cuatro canciones— para abrir un repertorio que se movió entre sus éxitos en solitario y pequeñas joyas que dejan ver su giro hacia un sonido más íntimo, casi terapéutico.

«Estoy muy feliz de estar en Bogotá», dijo en el primero de los tres actos del show, que estuvo cargado de energía, gesto cercano y una fluidez escénica que solo tienen quienes ya vivieron vidas enteras en tarimas.

Entre quiebres personales y emociones crudas

El segundo acto bajó revoluciones y subió sensibilidad. Antes de cantar Perfect Life, Damiano abrió un fragmento de sí mismo. «Tras 10 años de rock junto a la banda, algo se rompió en mí. Tomé una pausa y salió este tema, que habla de alguien que vive el sueño de otra persona», Ese momento —breve, directo, sin adornos— fue uno de los más aplaudidos de la noche.

Bogotá también recibió versiones potentes de Locked Out of Heaven (Bruno Mars) y Nothing Breaks Like a Heart (Mark Ronson ft. Miley Cyrus), interpretaciones que encendieron al Royal Center. Pero la sorpresa mayor llegó con algo que nadie vio venir, Damiano cantando La Tortura de Shakira en español, un gesto que desató gritos, risas y celulares grabando sin piedad.

Para el tercer acto, el italiano reapareció con un traje blanco y una vibra más serena. Zombie Lady, Tango y Angel fueron las elegidas para despedirse, pero el momento que congeló al público ocurrió cuando, desde un palco, apareció su pareja, la actriz estadounidense Dove Cameron, recibiendo una ovación que sonó casi tan fuerte como el propio concierto.

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